viernes, 29 de enero de 2010

Entierra.

La tierra es de papel y tengo una pala de grafito. Vamos.

Abajo, fuerza, levanta, bota. Abajo, fuerza, levanta, bota.

Más rápido.

Abajofuerzalevantabota, Abajofuerzalevantabota.

Abajofuerzalevantabota...

Dos metros por un metro basta.

De profundidad calculo otro metro más...

bajo árboles grandes no hay piedras.

Abajo, fuerza, levanta, bota.

Abajo, fuerza, levanta, bota.

Abajofuerzalevantabota.

Abajo,

fuerza,

levanta,

bota.

Ya está. Ahora a apurarse antes de que aparezca alguien.

Me saco los pies,

luego las piernas,

la espalda,

los brazos,

la cabeza,

y los dejo cuidadosamente en el fondo.

No, nadie vió nada. Termina y vuelve por donde viniste.

Abajo, fuerza, levanta, bota.

Abajo, fuerza, levanta, bota.

Abajo, fuerza, levanta, bota.

Apenas se nota.

- ¡Por fin!

sábado, 23 de enero de 2010

Me dejo verla jugar

Corría a través de un campo que no me siento capaz de describir. El sol depositaba su optimismo sobre esos pastos inacabables, proyectados hacia siempre e interrumpidos de vez en cuando por un árbol, un río, su laguna, o el canto de un pájaro inquieto en ese celeste que lo redondeaba todo. Para ella todo estaba allí, tenía muy pocos años y tanto que mirar. Esos dos que siempre brillaban en su pequeño rostro parecían vivirlo todo; se movían de un lado para otro y no se cansaban de descubrir. La caída de una hoja a causa de la brisa era un fenómeno para su inocencia. Daba un paso, me miraba, y sonreía. Se caía, pero se levantaba radiante y embarrada para perseguir lo que fuera. Se alejaba un poco pero, tratando de que no me diera cuenta, se volteaba para ver si la seguía. De pronto se cansaba, y sentada se quedaba escuchando.

El atractivo eufórico de la selva, con sus mil especies animales de todas formas y colores, no era necesario. Lo bello no es exótico, es simple. Un corazón ansioso en una mañana calurosa, el contraste fresco del agua que corre y el reflejo de la única nube sobre la laguna detenida. La sensación de que todo esté muy lejos, de que nada se pueda abarcar más que sintiéndolo. La tranquilidad de saber que podía escapar y la certeza de que mi mano estaría siempre a su alcance.

Nunca pude olvidar la imagen que intenté contarles. Recuerdo que tiempo antes me había confesado su temor a las arañas.

Para serles sincero, sólo he confiado en ella, porque me dejó verla jugar.

sábado, 16 de enero de 2010

Lo Absurdo de...

Escribir porque sí. Dormirse porque es lo mismo que mandarte un beso. Enviarte esto o cualquier otra cosa, total, siempre "te gusta". Esconder la mediocridad bajo un lector desatento. Fumar.

Despedirse y darte las gracias cuando me quedo y te odio. Trasnochar junto a los prescindibles, que aman como si sirviera. Buscarte desde una silla con ruedas, un papel o una mirada. Despertar para cumplir, vestirse o rezar.

Asistir a la iglesia un domingo, después de haber paseado por calles que no necesitan vereda. Preguntarte como estás para que respondas y no sepa. Acompañarte a una fiesta para que todos griten solos. Presenciar la descomposición de tus sueños y cantar, como siempre, para nadie. Preocuparme por tí, quererte como no debiera. Estar a tu lado cuando lo requieras sin admitirlo, sabiendo que podría estar cualquiera. Llamarte para que le contestes a otro. Estudiar porque es útil y no crecer. Tener corazón.

Correr para huir de mi. Casarse con alguien para toda la vida sin saber ni lo que eres, ni lo que significa alguien, ni lo que es toda la vida. Que la mente esté dentro del cuerpo y que el hombre use reloj.

Ponerle nombre a los pájaros, a los mares y a los niños. Comprar cuadros y pretender que son tuyos. Memorizar una canción y jurar que la comprendes. Hablar, asegurando que se oye lo mismo que dices.

Sonreir para ocultar tristezas, insultar en busca de autoestima, competir con algo fuera de tí.

Invertir en un país ingrato, masa de consentidos ansiosos por reclamar. Culpar a un tú, fundamentar la rebeldía como si pudiera tener causa. Calificar de excelente lo desconocido, (si es excelente, ¿por qué no lo conoces?) Protestar con esperanzas.

Censurar tu inteligencia ante la religión, jugando a que no sabes que "vida" y "eterna" son términos, de por sí, contradictorios. Darle a la biblia la importancia de quemarla y a los sacramentos la credibilidad de ponerlos en duda.

Pensar sobre las emociones, simplificarlas a tal punto que parezcan comprensibles y, lo que es peor, esforzarse por transmitirlas.

¡¡La indecencia de llorar cuando otro puede notarlo, lo grotesco de confesar tus pesares a un ser vivo y su ambición sucia de pretender "solucionarlos"!! Aceptar la existencia de algo tan asqueroso como la psicología. Creer que viajas mientras tienes tu alma fija en un punto. Entristecerme cuando tu avión despega como si no fuera yo el culpable de que no esté aquí lo que sientes. Estar en lo cierto sólo al sufrir.

Decir más sobre lo absurdo. Poner el punto final

miércoles, 6 de enero de 2010

.ERES.

Yo soy escritor, todo el mundo lo sabe. La gente pasa caminando y, al verme sentado en la vitrina, se ríe, se da cuenta de que existo. Incluso creo que me comprenden, como si ese par de miradas creara un lazo entre nosotros; una especie de relación. La pálida luz del mall, los ventanales que reflejan todo, la mucha mucha gente y yo ahí, iluminado por mi lamparita...no sé, es bonito, casi romántico. En mi escritorio de plástico, con mi cuaderno y mi lápiz plásticos, muestro mi rostro de plástico (con su barba plástica) a mis admiradores. A veces hasta siento pena de no poder hablarles, de no poder decirles cuánto me importan. Pero bueno, ellos saben que soy escritor, y excéntrico, y solo, así que me comprenden. De hecho, por eso me compran...aunque poco, bastante poco.

Bueno...cada cierto tiempo alguien se apiada y compra un escritor, pero normalmente miran de lejos. Saben lo que soy pero les intereso a la distancia, sólo a través del ventanal de la vitrina. Sí, es triste, y más lo es conformarse con eso: asumir que puedo vivir de exponerme y de uno o dos guiños al día.

Y es que la vida del artista es dura, tan dura. Sólo soy feliz cuando alguien nota mi angustia, cuando soy su centro de atención. Pero después se va, y entonces lloro hasta que alguien me ve llorando de nuevo. Ahí lloro un poco más para sentirme bien, y luego paro: se va, y así sucesivamente...pero siempre iluminado por mi lamparita.

Soy tan escritor, a veces ni yo me reconozco; un hombre sufrido, aunque sólo si me miran. Siento pena, mucha pena, pero lloro con la condición de que lo filmen...Sí, tanta angustia, tanta soledad cuando me alumbran los focos de mi vitrinita. Pobre de mí que me vendo tan barato...

martes, 5 de enero de 2010

.Conversación con un papel.













- Hola.
- Hola.
- No tengo nada que decirte.
- Bueno.




- No me uses si no me necesitas. ¿Cuántas líneas te saltaste?.
- Mmm, no sé, un par, ¿por qué?
- Es que me da pena.
- Pero si era sólo para demorar al lector, ¿de verdad tiene tanta importancia?
- No, no importa, en serio, pero no me gusta que me mientan ni que me llenen por que sí.
- Disculpa. Sé que nunca tiene más sentido que hacerlo. Sé que dura sólo hasta que lo creo terminado.
- Por eso mismo me angustia. Soy útil para tí pero nadie más me aprecia. Además, vestido por tí siempre soy más feo.
- No pensé que te hiciera daño.
- Ahora lo sabes. ¿Crees que todo está ahí para que juegues con ello? No todos se rien tanto del mundo, ¿sabes?
- Pero si nunca fué esa mi intención, de hecho, creí que éramos dos en esto.
- Claro, dos. Dos íbamos a ser. Yo tirado en silencio y tú quemándome la espalda. ¿Disfrutas tatuándome tus complejos?
- Oh...mmm...sí, o sea no...en serio no lo había tomado así. Discúlpame.
- ¿ Y de qué mierda me sirve? Te vas a ir ahora, pero volverás mañana y todo será igual. No prometas desde afuera, ¿vale?
- Bueno, no lo haré.
- Y ahora ándate, si no tenías nada que decirme.
- Sí, tranquilo, me voy. Y de nuevo...Disculpame.
- Te disculpo. Adiós.
- Adiós.

lunes, 4 de enero de 2010

Cigarro.


Enciendo otra poesía oculta bajo el papel de alquitrán. el lápiz bota el humo de mi yo indeciso. toda la mesa caótica y sucia de cenizas que son ahora lo que quise que fuéramos. más colillas en lo que se parece a mi corazón. residuos de instantes, escombros de esperanza. pobre pulmón, negro de tanto aspirar nostalgias. ...y apago mis palabras sobre mí.